
Una respuesta que nos permite actuar eficientemente...pero a veces puede convertirse en nuestro enemigo.
Podemos definir al estrés como una reacción física y mental del individuo por adaptarse a los cambios. Así el hombre en su cotidianeidad se esfuerza por adecuarse a las presiones tanto internas y externas, el hecho es que no siempre lograr una adaptación positiva es fácil, pues no sólo depende del sujeto, sino también de la multiplicidad de circunstancias que lo atraviesan. Pero algo de tensión es necesaria y vigorizante, sobretodo cuando representa un beneficio potencial; todo estado de estrés mantiene al individuo alerta, agudiza sus sentidos y atención, y lo prepara para una respuesta rápida. Sin embargo, hoy, el estrés en sí mismo se ha convertido en algo que debemos controlar, si no es así, puede destruir nuestra salud.
Las causas, en la mayoría de los casos, incluyen enfermedad, cambios de trabajo, mudanzas, separaciones y divorcios, muerte de familiares y problemas financieros. Pero aún eventos alegres, como el matrimonio, la llegada de un nuevo bebé o el entretener invitados pueden ser estresantes.
Para detectarlo, uno se debe fijar en algunos de los siguientes síntomas, que son los más comunes:
• Cansancio/agotamiento
• Tensión muscular
• Ansiedad
• Indigestión
• Nerviosismo/estremecimiento
• Uñas mordidas
• Insomnio
• Cambios de humor
• Frío, manos sudorosas
• Aumento o pérdida del apetito
• Presión de dientes o mandíbula
• Descomposición general del cuerpo, como debilidad, vértigo, dolor de cabeza, dolor de estómago o dolor de espalda o músculos
• Incremento en el uso de alcohol y otras drogas
• Pérdida de energía
Para combatir el estrés, se recomienda, ciertas estrategias, tales como: relajarse haciendo actividades que lo reconforten, practicar ejercicios (caminar es una buena alternativa), dieta equilibrada (evitar cafeina y alcohol), anticipar las situaciones estresantes y prepararse para ellas (ej, una entrevista de trabajo), organizarse.
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